martes, 21 de octubre de 2014

Increíble pero cierto


Cuando llego todas las mañanas a la facultad, a eso de las 7:45 más o menos, es aún de noche, poco a poco se aprecian los primeros rayos de sol por el horizonte, como la ciudad empieza a moverse, el tráfico en las calles (sobretodo son coches buscando aparcamiento), las personas entrando a trabajar o desayunando en esos bares que abren antes de que cante el gallo... y, por supuesto, en la facultad no iban a ser menos, claro.

Cuando llego, algunas luces están todavía apagadas, muchos profesores no han llegado todavía, solo se ven por los pasillos a las limpiadoras y a los de mantenimiento. ¿Haciendo qué? Pues no sabría qué decir, la verdad, ya que te ves a unas fumando en el patio, a otras cantando por los pasillos como si no hubiera un mañana o dando voces a las compañeras (no porque estén discutiendo, sino porque hablan así), y a los de mantenimiento te los ves o bien montando o subidos en un andamio pintando algo o arreglando algo, o bien fumando en el patio también, o dando vueltas por los pasillos como si no tuvieran nada que hacer.

Lo más "gracioso" de todo es que, volviendo a las limpiadoras, se ponen a trabajar precisamente cuando más gente hay en el edificio o en los cambios de clase, cuando normalmente la gente sale "escopeteá" de clase porque se está meando, llegan a los w.c. y se los encuentran cerrados o con el carrito en la puerta para que nadie pase porque les ha dado por limpiar en ese momento. Y entonces tienes que recorrerte todo el edificio, que no es chico, para echar una meada (hablando mal y pronto). Cuando el resto del tiempo que no hay nadie o casi nadie fuera de clase, están rascándose el ombligo (como yo digo).

Os podría contar mil anécdotas de esa media hora que estoy en la facultad sin más compañía que el silencio y la penumbra de la facultad. Hay gente que no podría estar así a esas horas en el edificio, porque se cagaría de miedo, con los ruidos extraños (que resultan ser las limpiadoras "danzando" por los pasillos) y esos claro-oscuros donde no se aprecian bien del todo a las persona y solo se ven siluetas caminantes en la oscuridad de los pasillos.

La anécdota de hoy ha sido la más chocante y a la vez molesta, ya que, como cada mañana, cuando llego a la facultad, lo primero que hago es visitar los servicios de la parte de Historia del Arte, que son, con diferencia, los más limpios del edificio. ¿Qué me encuentro al entrar? Que no hay ni una gota de papel higiénico en ninguno de los urinarios (y mira que hay por lo menos 10, pues en ninguno había; parece que lo tienen que pagar las mismas limpiadoras que se supone tienen la obligación de reponerlos cuando se terminan). Por lo que, visto el panorama, busco rápidamente otro w.c., esta vez me voy a los de filología (bueno, uno de ellos, ya que hay varios), y, ¡oh! ¡suerte! hay papel en el primero, pues allá que voy. Tan tranquila me pongo "a ello" y cuando ya estoy terminando escucho "¿quién anda por ahí?" y pienso, "para qué coño preguntas, ¿no estás viendo la puerta cerrada? eso es que hay alguien, ¿no?". Pues no contenta con eso, siguió diciendo la voz "Carmen, que sé que estás ahí" a la vez que aporreaba la puerta con fuerza. Pulso el botón de la cisterna y salgo, y me encuentro a medio centímetro de la puerta a una de las limpiadoras. Cuando ve que no soy su compañera, se disculpa diciendo que pensaba que era otra persona. Pero vamos a ver, ¿qué pasa que a esa hora no puede haber nadie más en la facultad?

Vale que es demasiado temprano hasta para las palomas, que con sus excrementos adornan las cornisas de los patios y las estatuas que están al aire libre. Pero que no me digan a mí que, en esos momentos que hay poca gente o casi nadie en el edificio no podría aprovechar para hacer su trabajo en condiciones y con más tranquilidad. ¿Es o no? Y si no les gusta su trabajo, que se lo dejen a alguien que esté dispuesto a llevarlo a cabo en condiciones y cuando tiene que hacerlo, no cuando le salga del "alma". Me he dado cuenta que hoy en día se es demasiado permisivo en todos lados con el personal de limpieza, que se les deja a su aire y la mitad de las veces no cumplen. Pero bueno, eso es como todo, supongo. Así va el país.
 
En fin... Yo y mis anécdotas mañaneras en la facultad. Puede parecer cachondeo, que eso no puede ser así, pero os aseguro que es totalmente cierto. Quien quiera comprobarlo, le invito a que venga antes de las 8 de la mañana a la facultad y verá que no exagero.

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